Mandato fundacional

La Escuela Cangallo –Cangallo Schule- se funda el 19 de agosto de 1898, en un salón de la calle Cuyo, hoy Sarmiento, como desprendimiento de una escuela de idioma alemán de la época que dependía de la iglesia evangélica alemana. Un grupo de padres de esa escuela consideraba pobre la calidad de la enseñanza y, en particular, encontraba dificultades en la actualización de los programas y en la formación de los docentes.

El fundador de nuestra escuela, Max Hopff, había nacido en 1854 en Alemania, en un pueblo cercano a Worms (Sweibrücken). Era hijo de un médico y adquirió allí una sólida cultura. Llegó a Argentina en 1879 y es posible suponer la impresión que habrán dejado en su joven espíritu las arduas discusiones sobre educación de los primeros años de la década del 80 en nuestro naciente país.

Al fundarse la Escuela Graduada Alemana (como se denominó en aquella época), se enunció en el Estatuto, en su artículo Nº 1: “... es una asociación civil, educadora y cultural con carácter filantrópico, dedicada a la enseñanza sin distinción de razas, clases y creencias, bajo la inspiración de las ideas y doctrinas de Domingo Faustino Sarmiento, de acuerdo con los fundamentos de la nacionalidad y el respeto de la Constitución y las Leyes de la Nación Argentina”.

¡Qué nuestra escuela, viva, crezca y prospere!”. Estas fueron las palabras dichas en el discurso inaugural, que acompañan desde ese momento el desarrollo de la institución.

El propósito perseguido fue crear una institución educativa abierta que otorgara una formación moderna y que, a través de la enseñanza del idioma alemán, tendiera el puente necesario para la integración del joven alumnado de origen centroeuropeo al naciente país argentino. El inmediato éxito de la propuesta quedó plasmado en la variada nacionalidad de origen de los múltiples alumnos inscriptos.

Con el paso del tiempo, el creciente número de asistentes conllevó nuevas demandas que se tradujeron en la necesidad de ampliación de las estructuras edilicias, de los materiales didácticos y de las orientaciones y turnos. La satisfacción a esta continua requisitoria no habría sido factible de no primar la filosofía fundacional en los sucesivos equipos de conducción de la Escuela.

Un rasgo distintivo, desde el inicio, fue la conformación de una Comisión Directiva integrada por padres como organismo máximo de conducción, de carácter estratégico. Asimismo, desde la fundación, la tarea de dirección pedagógica de la institución se considera responsabilidad de los directivos docentes elegidos y designados por la propia Comisión Directiva.

Nuestra escuela se fundó, entonces, sobre valiosos ideales: ser una institución laica, pluralista y con altas metas educativas, mandatos fundacionales enunciados específicamente en el Estatuto original, aspectos que no han sufrido variaciones hasta la actualidad –aún con las adaptaciones que el paso del tiempo ha demandado- y que son celosamente cuidados por las sucesivas Comisiones Directivas de padres y por los directivos y docentes en su conjunto.

Cabe aquí mencionar que hubo momentos en la historia institucional en los que estos ideales fueron sometidos a duras pruebas, de las cuales la Escuela pudo emerger con la satisfacción de haber sido fiel a sus orígenes.

Dos de ellos, en particular, estuvieron constituidos por el advenimiento del nazismo en Alemania y por el proceso dictatorial que tuvo lugar en nuestro país entre 1976 y 1983, lo que no excluye otros momentos, quizás de no tal alto grado de significatividad.

Desde principios de la década de 1930 adquiere importante desarrollo el fenómeno del nazismo en Alemania. Sus postulados básicos de odio, racismo y totalitarismo son antagónicos con la filosofía y práctica de vida de nuestra escuela. Las familias que envían sus hijos a la Escuela Cangallo se identifican con el respeto por las distintas creencias y expresiones de la cultura.

La propaganda nazi llega a la Argentina y se infiltra en algunas de sus instituciones. La Cangallo Schule, fiel a su tradición liberal, rechaza todo tipo de influencias y publica, el 27 de diciembre de 1933, en el “Argentinisches Tageblatt”:

1 - La Deutsche Schule Buenos Aires quedará fiel a sus tradiciones de libertad y repudia cualquier intento de Unificación Nazi.

2 - La Deutsche Schule Buenos aires no introducirá en el colegio ni el saludo hitleriano ni la bandera de la cruz gamada.

3 - Tampoco utilizará libros de texto imbuidos con el espíritu nacional Socialista.

Estos principios básicos fueron respetados y así se pusieron de manifiesto, en trance tan complejo, las ideas básicas que guían a la institución.

Se puede agregar aquí que entre 1976 y 1983 nuestra escuela no prescindió de ningún docente por razones ideológicas, más allá de la presión que, en ese sentido, se ejercía desde los organismos oficiales. Además, se mantuvo el respeto por la libertad de cátedra y, durante esos oscuros años, fue un bastión donde docentes y alumnos expresaban libremente sus ideas.

Las personas, y con ellas las organizaciones de las que forman parte, evidencian su verdadero carácter en situaciones de tensión máxima. La historia, en nuestro caso, muestra que los principios enunciados párrafos arriba forman parte indivisible de la existencia misma de la Escuela, aún en contextos desfavorables.